En el contexto del terrorismo de Estado, las Madres llevaron adelante distintas estrategias para visibilizar en la opinión pública, nacional e internacional, la existencia de presas y presos políticos y de personas desaparecidas. La búsqueda de información sobre el paradero de sus hijas e hijos en distintas dependencias públicas no prosperaba, y las denuncias y solicitudes que presentaban no obtenían respuestas.
Las Madres, como otros organismos de Derechos Humanos, también apelaron a la presentación de hábeas corpus -un recurso jurídico que garantiza la libertad individual y que tiene por finalidad evitar los arrestos y las detenciones arbitrarias-. La mayoría de estos recursos fueron desatendidos y sus investigaciones fueron denegadas por la Justicia.
Frente a esto, las Madres junto a otras/os familiares, publicaron solicitadas en medios de comunicación, enviaron escritos al gobierno y a sus ministros, presentaron informes en los tribunales de Justicia, entre otras iniciativas. Pero fue en la calle donde encontraron mayor repercusión a sus reclamos.
La utilización de los pañuelos blancos fue una de las estrategias destacadas de su lucha. El 1 de octubre de 1977, participaron de la peregrinación religiosa a la Basílica de Luján, con el objetivo de acercar a la iglesia a la búsqueda de sus familiares. Ese día decidieron utilizar los pañales de sus hijas e hijos en la cabeza para identificarse entre sí en la multitud. Este símbolo de reconocimiento mundial es utilizado por las Madres desde entonces en las rondas que se realizan todos los jueves alrededor de la Pirámide de Mayo.
Además, las Madres realizaron acciones junto a otros organismos de Derechos Humanos, como Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Abuelas de Plaza de Mayo, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH). En estos espacios, las y los familiares entablaron vínculos y fortalecieron su lucha.
A través de marchas, rondas, reuniones, denuncias y diversas estrategias de visibilización en el espacio público, las Madres construyeron una resistencia singular y significativa a la dictadura que fue ejemplo en el mundo y abrió el camino para la recuperación de la democracia en Argentina.
