La lucha de las Madres y de los organismos de Derechos Humanos contó con el apoyo de diferentes artistas. Tanto durante el transcurso de la última dictadura, como un modo de visibilizar la búsqueda de sus hijas e hijos; como en democracia, a partir del acompañamiento a la demanda de Memoria, Verdad y Justicia. Desde 1981, especialmente en el marco de las Marchas de la Resistencia, las Madres, Familiares y Abuelas de Plaza de Mayo convocaron a la producción de diversas expresiones artísticas en el espacio público.
Durante la transición democrática, y ante la llegada de los juicios, era necesario seguir denunciando aquello que permanecía bajo un manto de ocultamiento e impunidad y, a la vez, extender el reclamo para hacer parte de ello a una sociedad que en muchos casos prefería no ver.
De esta manera surgieron iniciativas que intentaron poner el foco en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia desde otros abordajes, especialmente teniendo en consideración a las nuevas generaciones y a otras personas que no necesariamente se sentían convocadas por esa lucha. El arte, la educación y las diversas expresiones culturales, en paralelo al sostenimiento de los juicios, fueron centrales para ayudar a hacer visible, comprender y resignificar lo ocurrido, ya no solo como una tragedia familiar particular, sino como una herida que afectó a toda la sociedad.
Las calles de las ciudades comenzaron a poblarse de siluetas que visibilizan la ausencia de las personas desaparecidas. Varios años después, en esas ciudades se produjeron señaléticas que acompañaron el pedido de “Juicio y castigo” y se identificaron los lugares en los que vivían los responsables de los crímenes durante los años de impunidad. Era importante denunciar la “normalidad” con la que pretendían desenvolver su vida social los militares. Fue gracias a las y los jóvenes que se sumaban a la lucha, a través de nuevos formatos y con el arte como vehículo, que comenzó un cambio social y cultural.
Además, las Madres de Plaza de Mayo recibieron el apoyo de artistas de diversos países, transmitiendo a sus públicos y seguidores la importancia de su rol histórico. Así, las Madres fueron invitadas a subir a escenarios de recitales en los que un público joven pudo acercarse a la historia reciente y saber que en su propio país se habían cometido crímenes contra la humanidad. Con el paso del tiempo, la educación fue un lugar clave para el legado de las Madres y su lucha. Las escuelas abrieron las puertas para escuchar sus testimonios, en el marco de un Estado que respaldó su lucha, la defensa de los Derechos Humanos y el sostenimiento de la memoria como prioridades de su tarea educativa, para la construcción de una sociedad más justa y democrática.